DIRECTORIO DE PLANTAS DEL HOTEL SUNDANCE

RECEPCIÓN



DIRECTORIO DE PLANTAS DEL HOTEL SUNDANCE

PLANTA 0: Tablón de anuncios, restaurante, bar, cabaret, juegos de mesa.

PLANTA 1: Artículos y especulaciones sobre la Guerra Civil Española.

PLANTA 2: Relatos.

PLANTA 3: Literatura


25 de noviembre de 2018

PLANTA 2, HABITACIÓN 04

Otro relato más de "La Verticalidad de los Sentidos"


POLVO ESTELAR



Aquel año, al salir del trabajo, siempre mirábamos al cielo y el cometa estaba allí con su estela blanca. Incluso había días en que el color amarillo del núcleo se hacía visible. Eso de levantar la cabeza y ver arriba un objeto nuevo que, día a día, permanece casi en el mismo sitio, inmutable, nos daba una visión cósmica de todo. Era como si, de repente, todos los problemas cotidianos no existieran, como si no fuesen importantes. Y así, uno miraba al cielo, veía el cometa y se sentía pequeño. Dejábamos de vivir en el centro de Madrid, en España, para pasar a vivir en el tercer planeta de un sistema solar de una galaxia más. Nos sentíamos habitantes de un planeta al que nuestros antepasados pusieron de nombre Tierra, un mundo dentro de un sistema planetario con una estrella modesta llamada Sol.

        Es difícil ver el cielo, estrellado o no, en una ciudad como Madrid. Es complicado darse cuenta de que todas esas discusiones del día a día no sirven de nada, son solo cosas de poca trascendencia.

          Observemos ese coche parado en el carril bus, con las luces de emergencia puestas, porque el conductor está sacando dinero de un cajero automático. Está provocando una fila larguísima de autobuses y taxis protestando. Atasco que altera la rutina diaria de cada uno por un simple capricho, o imprevisión, de una persona que decide parar, pensando: «Me bajo aquí y en un momento saco dinero, me da igual que protesten, es solo un ratito. ¿Qué es eso comparado con la infinidad del Cosmos? ¿Qué son cinco minutos comparados con los años que ha tardado el cometa ese en llegar hasta aquí? No sé si se le verá ahora, con tanto edificio es imposible».

            –Qué ya voy! ¡Qué solo estaba mirando el cometa! Tanto pitar, tanto pitar.

           Y el conductor del 27, colorado de indignación porque le retrasa su salida de servicio y no va a llegar a recoger a los niños del colegio, acerca la mole de su máquina al pequeño coche gris, con su conductor en la puerta mirando al cielo, y lo empuja ligeramente.

            –¿Qué pasa? ¡Qué me rayas el coche!

           No se le oye, hace demasiado calor para llevar la ventanilla del autobús abierta, pero su cara y su boca soltando gritos nos da una idea exacta de cómo está quedando la pobre madre del conductor, aficionado ocasional a la astronomía. Por fin se monta en el coche, cierra la puerta, introduce la llave en el contacto y arranca. No, no arranca. Vuelve a intentarlo. Algo pasa en el motor que el coche no reacciona. Un sudor frío le recorre la espalda cuando ve por el retrovisor la figura fiera del conductor del 27, que sigue gesticulando en contra de su madre. Pisa el embrague, mete una marcha y, de repente, un olor a cable quemado empieza a extenderse por el interior del vehículo. Del motor sale humo, cada vez más. Se baja, abre el capó. Cuando mira a la izquierda el vociferante conductor del autobús está a su lado con un extintor en la mano.

          –¿Qué, qué va a hacer con eso? –pregunta.
          –Quita, so payaso ¿no ves que se te quema el coche? –le dice enchufando el extintor a una pequeña llama anaranjada que ya emerge. Una nube de polvo carbónico blanco se difumina por el aire–. La madre que te parió, menuda has liao.

            Del interior del autobús retenido empiezan a salir los pasajeros, algunos contemplan el motor con su fuego ya apagado. Los demás vehículos dan marcha atrás por orden y salen de la ratonera del carril bus, poco a poco. Cuando pasan delante del conductor astrónomo le increpan con un pitido largo del claxon.

            –¿Y ahora qué hago? –se pregunta a sí mismo en voz alta.
         –Pues llamar a la grúa y que se lo lleven de aquí –contesta el conductor del 27–y luego te vas a contemplar el cometa, so gilipollas.

            Y eso es lo que hace. El servicio de asistencia en carretera retira el coche con el embrague incendiado y el conductor, ya vulgar transeúnte a pie, se dirige andando quién sabe a dónde. Tal vez al taller de reparaciones o a casa de su madre a comprobar si se encuentra bien. O quizás a la suya propia, a coger unos prismáticos para irse al parque a contemplar el Hale Bopp, que sigue allí arriba, inmutable, con su cola blanca de polvo estelar, haciéndonos sentir pequeños, insignificantes, polvo en el viento.



13 de noviembre de 2018

PLANTA 2, HABITACIÓN 01


SE OFERTA UN LIBRO

Portada del libro


 Algunos ya lo sabéis. En febrero de 2018 publiqué un libro autoeditado con mis compañeras y compañeros literarios de entonces. Se llamó “La Verticalidad de los Sentidos” y lo presentamos en la Sala Clamores con un gran éxito de audiencia. El libro es una recopilación de relatos y está estructurado en cuatro partes:

Sabores. En esta sección hay microrrelatos.
·       Colores. Relatos cortos.
·       Amores. Relatos de tamaño medio.
·  Amapalabras. Definiciones poéticas (y quizás algo sarcásticas) de palabras. Es decir, una palabra y un adjetivo que no pega.

Cada autor aporta unos relatos en cada sección y lleva un prólogo estupendo de Gloria Fernández Rojas. Además, el libro se complementa con un cd en el que se puede oír a los autores leyendo sus relatos con una música suave de fondo.

Los autores posando para la inmortalidad
Hicimos una tirada de quinientos ejemplares, así que a cada uno nos tocó un número de libros elevado. Después de repartir a mis amistades y familiares aún dispongo de libros. Me da mucha pena ver la caja con los libros sobrantes en un rincón de mi estudio pillando polvo. Si algún@ queréis un ejemplar no tenéis más que enviarme vuestras señas por email (seveiavenir@gmail.com) y os lo haré llegar. Un libro está hecho para que sea leído, escribimos para hacernos entender.

Autoeditar un libro es toda una aventura. No es barata, por supuesto, pero merece la pena darse el gusto. Lo malo es que luego en las librerías no te lo cogen por no estar respaldado por una editorial.

No obstante, iré colgando mis relatos de este libro por entregas. No sé si son buenos o no. Lo único que sé es que llevan mucho trabajo, muchas horas de corrección y una gran dosis de cariño. 

Espero que os gusten, habitantes del Hotel.



12 de noviembre de 2018

PLANTA 0, TABLÓN DE ANUNCIOS


Antes de empezar con las entradas nuevas advierto que hay un pequeño cambio en este blog. En mi perfil (abajo a la derecha) dice: “Este es un sitio abierto a la opinión creativa y todo lo que aquí se cita se puede usar siempre que se mencione la fuente de procedencia”. Sí, vale, muy bien, pero ya no es del todo así. Ahora todo lo que escribo, cuando lo doy por terminado y listo para publicar (toda una utopía, ya lo sé) lo llevo al Registro de la Propiedad Intelectual.
    Esto no quiere decir que no podáis usar algún texto, es sólo que tenéis que comunicármelo. Si me pagáis generosamente, mejor que mejor, estaré encantado. Lo advierto más que nada por si alguno se atreve a copiar algún relato mío diciendo que es un inédito de Cervantes o un Borges de juventud o que estaba en una carta perdida que escribió Chejov. 
         Así que, no. Los relatos son míos y están protegidos. 
         Lo siento, Cortazar.




9 de noviembre de 2018

MENSAJE DE LA DIRECCIÓN DEL HOTEL

Estamos aquí otra vez.

Desde estas páginas declaramos formalmente la obsolescencia de la redes sociales, en particular de Facebook, que ya solo sirve para leer o ver lo mismo que en la televisión: tonterías y más tonterías.
En esta nueva etapa enfocaremos el contenido del Hotel más hacia la creatividad que hacia el contenido social que ya se ha demostrado que no sirve para nada, excepto para hacer mala sangre. Y uno ya tiene una edad para tonterías de este tipo.
En unos días estarán disponibles nuevas habitaciones porque, durante todos estos años que el Hotel no ha funcionado, he hecho mucho y quisiera compartir con vosotros y vosotras algo de ello.

Un saludo, habitantes del Hotel