LEÓN FELIPE Y EL FRENTE MADRILEÑO
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León Felipe (segundo por la derecha) en un “acto por la defensa de la cultura popular”, organizado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas en el Teatro Español de Madrid el 1 de noviembre de 1936, a su izquierda Max Aub. Fuente: Diario Ahora, lunes 2 de noviembre de 1936.
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Para Fernando García Labordena, en el recuerdo.
Felipe Camino Galicia de la Rosa, más conocido como León Felipe, el poeta del exilio, del éxodo y del llanto, nació en Tábara, un pueblo de Zamora, el 11 de abril de 1884. Lo que trae al “pulgón”, a la voz molesta, al poeta maldito a nuestras páginas es, por supuesto, su relación especial con la Guerra Civil Española y su paso por la ciudad de Madrid. Y digo “especial” porque León Felipe fue un caso aparte en su reacción ante lo que ocurrió en julio de 1936.
León Felipe se encontraba por esas fechas en América desde que en 1922 se trasladase a México para trabajar de bibliotecario y profesor de literatura española en varias universidades. De ahí a pasó a Estados Unidos y luego a Panamá, donde ejercía como agregado cultural de la embajada española cuando estalló la guerra. Un periodista local (Argain) criticó las ideas del poeta en una crónica de una de sus conferencias, llegando a acusarle de “comunista”. Esto, unido a la manipulación de las noticias que llegaban de España, enfureció a León Felipe (de ideología anarquista) que decidió abandonar Panamá y volver a su país, no sin antes intentar radiar una alocución al pueblo panameño (“Goob bye Panamá”) que fue prohibida por las autoridades del país. Como muestra un botón que, todo hay que decirlo, está de plena actualidad: “Y cualquier necio, con unas fauces de energúmeno, se ha subido siempre al primer banco de la plaza pública para ofrecerle una oratoria enconada y purulenta al mejor postor. Pero hoy con el radio, sin censura, sin escrúpulos y sin pudor, todos los mastines que saben ladrar bien se han convertido en speakers y no sólo propalan con sus aullidos noticias falsas e ignominiosas si no que las comentan y hasta filosofan sobre ellas”. Y más adelante: “Me voy porque quiero saber la verdad sobre la tragedia de mi Patria y nadie me la dice. Ni los mastines, ni mis amigos tampoco. Quiero encontrarme frente a frente con la realidad exacta e inmediata porque la otra, la verdad de mañana, esa ya la sé”.
El caso es que, forzado por las circunstancias o no, León Felipe hizo lo contrario de muchos intelectuales españoles: regresó a España en lugar de alejarse corriendo. El 1 de noviembre de 1936 ya le tenemos en Madrid, en el Teatro Español, junto a Max Aub, como atestigua la foto que introduce al texto. Y si buceamos en al Archivo Rojo le volvemos a encontrar en dos instantáneas de M.P. durante una visita a las escuelas instaladas en el frente madrileño (la ficha de la foto dice que en el sector “Casa de Campo”).
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Fotos de M.P. (Ministerio de Propaganda) pertenecientes al Archivo Rojo en la que se ve a León Felipe visitando el sector Casa de Campo. Signaturas: AGA_F_04069_56065_001 y AGA_F_04069_56066_001 |
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León Felipe y su mujer, Berta Gamboa, en las trincheras de algún lugar indeterminado del sector de la Casa de Campo. En la foto de arriba la procedencia indicaba que el militar que les acompaña es el teniente coronel Melero, pero no me atrevo a asegurarlo porque seguro que hay quien tiene mejor ojo para los uniformes.
Autor de la imagen: desconocido.
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Pablo Neruda, en su libro de memorias Confieso que he vivido, dice de él que concurría con frecuencia a los frentes anarquistas de Madrid, donde exponía sus ideas y leía sus poemas. También que una noche, a la vuelta de una de sus conferencias, se encontró con él en el café de la esquina de su casa. León Felipe vestía esa noche una capa española y, al embozarse en ella y salir del café, le dio un golpe con el embozo a un miliciano “un tanto quisquilloso”. A los pocos pasos de salir ambos del café un grupo anarquista les pidió la documentación y se llevaron a León Felipe detenido. Dice Neruda: “Mientras lo conducían hacia el fusiladero próximo a mi casa, cuyos estampidos nocturnos muchas veces no me dejaban dormir, vi pasar a dos milicianos armados que volvían del frente. Les expliqué quién era León Felipe, cuál era el agravio en que había incurrido y gracias a ellos pude obtener la liberación de mi amigo”.
También se cuentan de él dos anécdotas bastante reveladoras de su personalidad, un tanto surrealista, dadaísta. Una es que (según cuenta Rodolfo Serrano) durante los días más duros de la defensa de Madrid, el poeta “proponía autoinmolarse prendiendo fuego a la biblioteca de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.” Parece ser que Rafael Alberti “le quitó la idea argumentando que los libros tardan en arder y que eso le daría tiempo para dar marcha atrás en tal decisión.” Otra es que un día encontró un abrigo de pieles en un armario, se lo puso y se paseó por la sede de la Alianza. “Se asomó a lo alto de la escalera cuando entraban Cappa y Gerda Taro, que se encontraron con la extravagante figura de León Felipe, quien, con el rostro iluminado, les preguntó con grandes aspavientos: ¿Sois felices, hijos míos, sois felices? Cappa y Taro se miraron y exclamaron: El manicomio. Estamos en casa.”
Aunque la repercusión de la GCE en su producción literaria es innegable y abundante, la mención a la ciudad de Madrid es un tanto escasa pero de una gran calidad. En La Insignia (1937), “alocución poemática” como él la llama, destacamos un poema que en otros libros posteriores dedicaría a Inglaterra y a Lord Duff Cooper (Jefe del Almirantazgo de Inglaterra que dijo en el Parlamento Británico aquello de: “Todo lo que se ventila hoy en España no vale la vida de un marinero inglés”.):
Vieja raposa avarienta,
eres un gran mercader.
Sabes llevar muy bien
las cuentas de la cocina
y piensas que yo no sé contar.
Sí sé contar.
He contado mis muertos.
Los he contado todos,
los he contado uno por uno.
Los he contado en Madrid,
los he contado en Oviedo,
los he contado en Málaga,
los he contado en Guernica,
los he contado en Bilbao...
Los he contado en todas las trincheras,
en los hospitales,
en los depósitos de los cementerios,
en las cunetas de las carreteras,
en los escombros de las casas bombardeadas.
Contando muertos este otoño por el Paseo de El Prado, creí una noche que caminaba
sobre barro, y eran sesos humanos que tuve por mucho tiempo pegados
a la suela de mis zapatos.
El 18 de noviembre, sólo en un sótano de cadáveres, conté trescientos niños muertos...
Los he contado en los carros de las ambulancias,
en los hoteles,
en los tranvías,
en las mañanas lívidas,
en las noches negras sin alumbrado y sin estrellas...
y en tu conciencia todos...
Y todos te los he cargado a tu cuenta.
¡Ya ves si sé contar!
León Felipe abandonó España de nuevo en 1938 camino de México, país que no abandonó hasta su muerte ocurrida el 18 de septiembre de 1968.
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León Felipe delante del arco central de la Puerta de Alcalá, foto tomada desde la espalda de la Puerta. También de autor desconocido. |
Sin el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las harcas victoriosas, que lo oiga Franco:
Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo…
mas yo te dejo mudo… ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
(de Español del éxodo y del llanto. 1939)
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León Felipe en la calle Toledo a la altura de la confluencia con la calle de la Colegiata, aproximadamente el número 39 actual. Al fondo se aprecia el arco de la Plaza Mayor, el del mítico cartel de "No pasarán". |
BIBLIOGRAFÍA:
-Felipe, León. Español del éxodo y del llanto, 1939.
El payaso de las bofetadas y el pescador de caña, 1938.
La insignia y otros poemas (1936/7)
Editorial Visor Madrid, Colección León Felipe. 1982.
-Neruda, Pablo. Confieso que he vivido. Ed. Seix Barral. 1974.
-Serrano, Rodolfo. “El poeta hipnotizado”. El País. 30 de marzo de 1997
J.M. Sánchez 2011
Artículo publicado originalmente en Frente de Madrid nº 18